En todos los rincones del planeta, hay quienes se posicionan de manera significativa contra la destrucción ambiental. Son ambientalistas, lideresas comunitarias y activistas, cuya misión es oponerse a industrias extractivas como la minería ilegal, la tala indiscriminada y la agricultura intensiva, y otras como la contaminación y el acaparamiento de tierras. Su compromiso domo defensoras de la casa común, sin embargo, a menudo se traduce en represalias violentas.
Particularmente notorio es el caso de los pueblos indígenas, que son imprescindibles en la lucha contra el cambio climático y, sin embargo, año tras año sufren un número desproporcionado de agresiones. Con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que se conmemora este 25 de noviembre, las ONG de la Compañía de Jesús Alboan y Entreculturas recuerdan como las mujeres se posicionan en primera línea en la defensa del territorio y son objeto de múltiples violencias al tiempo que son invisibilizadas y silenciadas.
En palabras de Sara Diego, técnica de Incidencia Política de Alboan, “las mujeres se posicionan en la primera línea de resistencia ante un sistema depredador de territorios, que vulnera derechos y es insostenible. Un sistema que no promueve la vida, sino que genera muerte y dolor en los territorios, en la fauna y flora, en los seres humanos, y concretamente en los cuerpos de las mujeres”. En este contexto en 2023 la violencia contra las personas defensoras del planeta se cobró 196 víctimas. De ellas, el 43 % eran indígenas y el 12 % mujeres. Como señala Sara Diego, “aunque los registros muestran que la mayoría de personas asesinadas fueron hombres, como consecuencia de las brechas sociales y desigualdades económicas, culturales, étnicas y de género, las mujeres defensoras enfrentan formas de violencia específicas al género. De hecho, las violencias machistas se utilizan de manera desproporcionada contra las mujeres defensoras para controlarlas y silenciar y reprimir su poder y autoridad como lideresas”.
Testimonios como el de Sara Jimena Suárez, lideresa campesina de la Amazonía colombiana, e integrante de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) ayudan a poner en contexto. Según ella, en el contexto de conflicto colombiano, con la presencia de diversos grupos armados, “las mujeres son utilizadas como arma de guerra”. Además, debido al machismo y al patriarcado existente, las mujeres son silenciadas y ven negado el acceso a espacios de participación. “Alzar la voz es un acto de rebeldía”, ha asegurado. Un escenario, en suma, donde, a las vulneraciones de derechos que sufren las comunidades campesinas e indígenas, se suma la constante del maltrato físico, emocional, y psíquico ejercidas contra las mujeres.
Suárez ha participado en la elaboración del III Informe sobre vulneraciones de Derechos Humanos en la Panamazonía, recientemente publicado, que documenta la situación en la que se encuentran diversos pueblos indígenas y comunidades campesinas, ribereñas y afro-descendientes. Para dar cuenta de estas vulneraciones y para acompañar a organizaciones aliadas y comunidades indígenas, representantes de Alboan y Entreculturas participarán en el Foro de Empresas y Derechos Humanos que se celebrará en Ginebra del 25 al 27 de noviembre.