En el marco del Día Internacional de las Personas Refugiadas, el domingo 23 de junio celebramos el quinto aniversario y el final de la segunda edición del programa de Patrocinio Comunitario - Auzolan II.
Una edición que comenzó en el 2022 y ha podido desarrollarse gracias al compromiso de la ciudadanía y entidades sociales como Cáritas, Alboan, Fundación Ellacuría, Asociación Loiolaetxea y Centro Lasa que reconocen el valor de la comunidad en los itinerarios de vida de todas las personas. Este evento ha reunido a unas 100 personas, incluyendo voluntarios y voluntarias del programa y familias de personas refugiadas con el objetivo de destacar la importancia de la acogida comunitaria, fomentando redes y relaciones de confianza. Sin duda, este enfoque es clave para el éxito del modelo.
Una de estas familias, la familia Al-Ramadán, huyó de la guerra de Siria en 2013 y vivió en el Líbano durante casi nueve años antes de llegar a Euskal Herria. Por fin, han conseguido reconstruir sus vidas gracias a este programa. Desde su llegada, la familia ha contado con el apoyo de una red de acogida local, gracias al proyecto de patrocinio comunitario. Este proyecto tiene como objetivo principal crear vínculos entre las familias refugiadas y la comunidad local. Las personas voluntarias ayudan a las familias en sus primeros pasos, facilitando su integración y creando una convivencia más rica y significativa.
Durante estos dos años, la familia Al-Ramadán ha tejido fuertes lazos con la comunidad local. «Ahora mis hijos hablan euskera, castellano y árabe. Vivimos muy bien y la vida es buena», comenta Ahmad. La familia ha encontrado en Euskadi un lugar seguro y acogedor donde rehacer sus vidas, aunque no olvidan a los seres queridos que han dejado atrás en Siria. Tras el devastador terremoto que sacudió Siria hace un año, la situación en el país sigue siendo crítica y nos recuerdan que Siria sigue necesitando ayuda y que la guerra continúa afectando a miles y miles de personas.
Este evento subraya la importancia de la solidaridad y el apoyo comunitario en la acogida de personas refugiadas, demostrando que con esfuerzo y colaboración es posible construir nuevas vidas y fortalecer nuestras comunidades.