En el estado de Alto Nilo, en Sudán del Sur, es más probable que un estudiante se encuentre a soldados ocupando su escuela que a maestros preparando sus clases. El sesenta y tres por ciento de las escuelas están ocupadas por fuerzas armadas. Y más extraño que una escuela en funcionamiento son los mismos maestros.
"En esencia, el gobierno aquí no existe... está dedicando la mayoría de los recursos a la guerra porque su prioridad es la defensa, el ejército, y eso ha dejado los servicios educativos, sociales y de salud bajo mínimos", explica el jesuita Pau Vidal, director del proyecto del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Maban.